Amamantar es dar lo mejor de ti, es un acto de amor puro y de conexión absoluta contigo y con tu bebé. Puede resultar un poco retador y sacrificado en un principio sobre todo por toda la información y patrones errados que ya tenemos en nuestra cabeza. Dejando esto a un lado, es el mejor regalo que le puedes dar a tu bebé y a TI misma, va mas allá de sólo alimentar, es parte del proceso de mayor transformación que como mujer podamos experimentar en nuestra vida: La maternidad!
Tienes toda la capacidad de hacerlo, tu cuerpo y tu ser está programado para ello, solo tienes que sentirlo y confiar en que es así! Creértelo. Resetea y desecha cualquier comentario o duda que te cause incertidumbre sobre la lactancia y sobre tu maternidad y construye tu realidad con SEGURIDAD Y CONFIANZA!

Con mi tercer bebé, aún más convencida de las bondades de la leche materna y guiada por los instintos más puros de mi corazón, me dispuse a amamantar. En un principio no fue nada fácil, pezones agrietados, dolor, poca cantidad de leche (según yo), conductos tapados, nuestra mente tratando de tenerlo TODO YA saca sus propias conclusiones mientras nuestro cuerpo obra con el tiempo perfecto del universo. Dar de mamar es un proceso como todo en la vida, nuestro cuerpo se va acoplando y el de nuestro bebé también y eso toma su tiempo.
Cuando nació Kamila tome la decisión de permanecer 5 días en casa sin visitas, y aunque esto pudo generar algunas caras largas en familiares y amigos, fue la mejor decisión que tomé (me hubiese tomado 15 días o más) quería cultivar el momento de tenerla, conocerla, sentirnos cómodas y de entrar en ese proceso de amamantamiento de forma segura y calmada sin tantos agentes externos.
Siendo mi tercer bebé no todo fue color de rosa, pero conté con el apoyo de mi mamá, de mi Dula y de una consultora de lactancia que justo en el momento en el que pensé que no podía más y que no iba a poder amamantar a mi bebé, tras mucho dolor y grietas en los pezones como consecuencia de la tecnica inadecuada, llego a mi vida como un ángel guardián y fue un cambio de la noche al día. También asistí a un grupo de lactancia donde con mucha empatía escuché cada experiencia de cada mamá, además de perfeccionar la técnica, me dió ese empujón de confiar en mí y en el proceso, de sentir que no estaba SOLA en todo aquello; me entregué y de esa misma manera fluyó la leche, el dolor, mis pechos y mi bebé.
Hoy puedo afirmar que el éxito de la lactancia para mi es sin duda que tengas un apoyo de verdad, la lactancia va más allá de “dar leche a tu bebé” es un acto de AMOR PURO, de estar centrada y de dar de tu SER a alguien más, estamos programadas físicamente para amamantar y nuestros hijos vienen con la sabiduría de poder hacerlo, pero psicológicamente la debilidad y sensibilidad del momento puede hacernos desistir.
Busca apoyo, habla con otras mamás, asiste a grupos de lactancia y expresa lo que sientes sin importar lo que esto sea. A mí me fortaleció mucho y marco una gran diferencia en mi meta de amamantar exclusivamente y a libre demanda a mi bebé, que hasta el sol de hoy su tética es su mundo y ha sido una experiencia completamente placentera para mí.
Pon los oídos en tu corazon!!!